Promotor: Comunidad de propietarios
Situación: Portugalete
Superficie: 850 m² de envolvente térmica
Año: 2017
Fotografía: Arquinea

La rehabilitación energética de la envolvente térmica es cada vez más frecuente en edificios de viviendas, debido a las ventajas que presenta. Los principales beneficios son el confort térmico y la sostenibilidad. La comunidad de propietarios de este edificio de Portugalete, convencida de la mejora que suponía incorporar aislamiento térmico por el exterior de las fachadas, apostó por un sistema S.A.T.E. cerámico.

Rehabilitación energética envolvente
Rehabilitación energética

Se trata de un edificio residencial entre medianeras del que hicimos un estudio energético en la fase inicial de proyecto, concluyendo que una intervención global permitiría a la comunidad mejorar de manera significativa, el confort de sus viviendas y reducir el consumo energético, además de optar a una de las subvenciones de Gobierno Vasco para la rehabilitación energética.

Es por ello, que al planteamiento inicial se añadió la intervención en el bajocubierta. En este caso, analizamos el comportamiento térmico y el impacto económico de la intervención, estudiando incorporar aislamiento en la propia cubierta inclinada o bien en el espacio de debajo. Debido a los condicionantes económicos y al buen estado de la cubierta, se llevó a cabo la segunda opción, incorporando lana de roca sobre el forjado del espacio sin uso existente bajo la cubierta.

Las fachadas originales están construidas mediante dos hojas de ladrillo cerámico con cámara de aire, sin aislamiento alguno y cuyo acabado era plaqueta cerámica caravista. La intervención consistió en sanear las fachadas, reorganizar las instalaciones con registros para que fueran accesibles e incorporar aislamiento térmico por el exterior con acabado cerámico.

La fachada delantera presentaba una composición heterogénea debido a las carpinterías, y especialmente a los distintos cerramientos de los balcones. Por eso, se optó por un alzado sencillo mediante franjas horizontales en dos tonalidades de plaquetas grises homogeneizando la estética de la fachada. En la fachada trasera, se usó un único color ya que, al incorporar las celosías de los cubre tendederos, se conseguía una imagen más dinámica.

De esta manera, se ha renovado la imagen de un edificio de la década de los 60 y se ha mejorado su calificación energética, teniendo como resultado un edificio más sostenible y confortable térmicamente.